domingo, 14 de junio de 2020

¿Por qué es importante construir un Proyecto de Familia?


Quizás nunca te has dedicado a pensar en serio en construir un proyecto familiar. Es muy probable que hayas asumido la construcción de una familia sin pensar en muchas de estas cosas. ¡No, no te sientas mal por ello! A muchos nos ha pasado lo mismo, hasta que la propia vida y las circunstancias nos han hecho detenernos, pensar en ello, activar nuestros pensamientos y comenzar a reformularnos nuevos propósitos con respecto a la familia que queremos y qué quieres lograr para y por tus hijos.
Hacer un proyecto familiar es pensar en un conjunto de posibilidades que dan la pauta a la apertura de nuevos caminos, situaciones y alternativas, que te lleven al crecimiento de la familia como núcleo fundamental, pero al mismo tiempo abriendo un sinnúmero de posibilidades para el crecimiento personal de cada uno de los miembros. Por eso no es solo un proyecto personal, sino es un proyecto que va pensado también en los otros, tu pareja, tus hijos, la familia que has ido creando. Por eso es dinámico, en crecimiento y transformación constante, y cada día se mejora y se reinventa y seguramente será el proyecto mas importante de tu vida, porque entre sus objetivos está su trascendencia.  
Por eso pienso que no es nada raro y tiene sentido que frecuentemente hoy   escuchemos hablar acerca de la realización de un Proyecto de Familia. Pero qué es en realidad un proyecto de familia. Como su nombre señala es una proyección a futuro, que se anticipa en un plan y se va construyendo poco a poco. Es proyectar un conjunto de posibilidades de para el desarrollo cognitivo y socioemocional de sus miembros y poner a su disposición una serie de recursos para el crecimiento personal de cada uno.  Toma en cuenta la madurez del presente y al mismo tiempo apunta hacia el futuro, estableciendo metas y un nuevo horizonte a donde conducir a la familia en desarrollo. Por eso es muy importante tener una visión amplia acerca de la familia que construyes, que vaya más allá de lo básico, de lo ya estipulado, una visión que le permita ser diferente y sobresalir, que le permita llegar lejos y para ello es importante poner a la familia como centro. Es el diseño de un futuro que se considera óptimo y viable para toda la familia.
Pero es importante no perder la perspectiva y tener claro que no basta, ni mucho menos, con tener un proyecto de familia que sea simplemente eso, una idea, un sueño, una visualización de futuro, como si pensáramos que las cosas van a suceder por sí solas por el hecho de desearlas. Falla lo más importante del proyecto, la planificación y la ejecución, cómo lo llevo a cabo, cómo se realiza esa construcción que debe aunar lo personal y lo colectivo y que no debe perder de vista que lo que hagamos hoy determinará lo que seremos y lograremos mañana.
¿Pero…qué se requiere? Lo más importante tener una clara visión de cuáles deben ser los objetivos que como familia quieren lograr y ajustar acertadamente estos objetivos a las características y posibilidades de cada uno de los miembros y a las condiciones concretas en las que la familia se desarrolla. Pero además, considerar que este proyecto de familia no es independiente de lo que ocurre en el entorno, ni excluye a las personas con las que se interactúan, por lo que es al mismo tiempo familiar y social.
Un gran proyecto de vida de familia inicia con pequeñas acciones que poco a poco se van haciendo grandes, como grandes llegarán a ser sus objetivos. Así para que construir un proyecto de vida familiar es necesario:
  • Claros objetivos por alcanzar, qué tipo de familia quiero ser, que cualidades quiero desarrollar como padres y cuáles quiero lograr en mis hijos para que sean personas de bien en el futuro, tengan buenas cualidades como personas y participen de manera activa en la sociedad donde se desarrollan.
  • Que cada uno sea consciente de su rol y su papel.
  • Tener claridad sobre lo que conviene en el presente y futuro tanto de los padres como de los hijos.
  • Proyectar búsquedas comunes y proyectos claros.
  • Identificar fortalezas y debilidades, cuáles son sus gustos y preferencias, como se gestionan las emociones y considerar todas las posibilidades y amenazas que intervienen en el desarrollo de todos desde su individualidad.
  • Construir relaciones de confianza entre los miembros de la familia, saber escucharse, establecer tiempos de calidad en la familia y alcanzar una comunicación libre y afectiva entre todos.
  • Tener en cuenta los medios y recursos con los que contamos para que el proyecto sea posible. Apostar a lo que permanece, no a lo pasajero y superficial. Tener en cuenta que lo material es importante pero nunca más importante de ser una buena persona.
  • La formación de los hijos debe estar en el seno del hogar, esta no se delega y son los padres los encargados de enseñarle todo lo importante de la vida, pero al mismo tiempo debemos hacer partícipes a los hijos del proyecto familiar porque es su futuro y ellos deben sentirse comprometidos con el mismo.
  • Es importante también proporcionar la estructura y el ambiente familiar adecuado. No hacer como padres lo que los hijos deben hacer, respeten el rol y apuesten por la individualidad y la independencia.
  • Tener en cuenta que los acuerdos en familia no son negociables, afectan a todos y deben ser lo suficientemente claros para que ayuden a la correcta proyección de la conducta.
  •  Establecer que hay derechos, pero especialmente todos tienen deberes y responsabilidad en la familia y en la sociedad donde se desenvuelven.  

Llegado este momento, no solo es importante reconocer con qué contamos, o sea cuáles son nuestras fortalezas, las que nos van a facilitar la consecución de nuestras metas, sino que también es importante prever las dificultades que podrían interferir en este proceso de mejora, con la finalidad de estar preparados para minimizarlas. Lo que se consiga en el futuro dependerá en gran medida de lo que se haga en el presente. En ese sentido, cada miembro de la familia debe responder a la pregunta: ¿A qué me comprometo yo?. Así, cada uno se hará corresponsable de los éxitos o fracasos.

viernes, 8 de mayo de 2020

A propósito del post “Nadie olvida un buen maestro”, un homenaje para mi maestra de 6to año de primaria.



Ha llovido mucho desde entonces, pero puedo asegurar que … “Nadie olvida a un buen maestro”.

Estos días en que he podido tener un poco más de tiempo para profundizar en las redes sociales, me he reencontrado con una amiga de la infancia que me dice que ha hablado con nuestra maestra de 6to año de primaria. ¡No podía creerlo! y rápidamente le pedí me dijera cómo comunicarme con ella. Pues sí, he hablado con ella y no saben qué de emociones he sentido, cuántos recuerdos.

Y en efecto nadie olvida a un buen maestro. Recuerdo que era un salón bien atípico, creo ciclo escolar 1962-63 según recuerdo. Acababa de terminar la campaña de Alfabetización en Cuba y llegó ella a darnos clases.  Un grupo numeroso de chicos y chicas entre 11 y 18 años. Sí, así mismo, ¡qué dispares, hoy nos parece imposible! Menuda, pequeña, con un tono de voz muy dulce y una sonrisa que iluminaba nuestro salón de clases. Desde que llegaba trasmitía paz y seguridad a todos, sabíamos que nuestro día en la escuela con ella, iba a ser muy productivo y que íbamos a poder resolver todas las dificultades.

¡Cómo enseñaba! Hoy con mi experiencia me pregunto cómo le hacía, porque no debía ser fácil, edades diferentes, niveles de aprendizaje distintos, capacidades diferentes, entornos sociales diferentes, pero todos aprendíamos y nos involucrábamos en el proceso de aprendizaje con toda la motivación que nos trasmitía, pero daba un acompañamiento personal a cada uno, compartía sus aprendizajes, pero hacía que nosotros compartiéramos al mismo tiempo.

Ortografía y dictado diario, las lecturas no solo para aprender a leer bien y perfeccionar nuestras habilidades, sino el amor por los libros y la lectura como una estrategia de aprendizaje invaluable. A diario también escribíamos, composición como le llamábamos en esos tiempos. Con la escritura mostrábamos nuestras habilidades, pero al mismo tiempo en ella volcábamos nuestras emociones y sentimientos. Geografía, Historia Ciencias Naturales, amor por la naturaleza, las ciencias, las gentes y sus países, los hechos, las actitudes, los valores, no como conocimientos impuestos u obligados sino como recursos para la vida. Ni qué decir de los números, en ese tiempo no hablábamos del odio a las matemáticas, ni parecía algo tan difícil de aprender, por el contrario, cada día un nuevo reto, una nueva operación, un nuevo problema a resolver jugando con los números. Artes manuales, música, poesía, literatura, pero sobre todo convivencia entre alumnos, respeto, trabajo conjunto, no importaba la edad y ninguna otra diferencia, cuando pasábamos el umbral de la puerta junto a ella cada mañana, todos éramos iguales.

 Ella cumplía su función profesional y personal, era “nuestra maestra” y a nadie queríamos más que a ella.

¿Cómo olvidar a un buen maestro? Eso pienso hoy, que resulta muy difícil. Nunca la he olvidado, recuerdo perfectamente su voz, su cara, su sonrisa, su manera de enseñarnos. 

Por ella estudié para maestra, por ella he seguido el camino del trabajo con los niños, la escuela y los maestros hasta hoy, estoy convencida que algo de ella sembró en mi y eso me llena de orgullo.

Gracias querida maestra Delfina Fernández, mi maestra de 6to año de primaria, una excelente maestra.

martes, 5 de mayo de 2020

Palabras de estímulo y aprobación: Por la salud mental de nuestros niños.



Si, Bien, Admirable, Muy bien, Excelente, Maravilloso, Eso está bien, Correcto, Extraordinario, Me gusta la manera en que tú haces eso, Yo estoy muy orgullosa de ti. Eso esta bien, Estupendo, Formidable, Oh niño muy bien, Buen trabajo, Excelente progreso, Bien por ti, Esa es la manera, Mucho mejor, Bien, muy bien Lo estás haciendo mejor, Eso es perfecto, Buena idea, Que idea tan ingeniosa, Que vivo, eso es, Buen trabajo, Excelente trabajo, Verifícalo tu mismo, Tú que crees?, Me gusta la manera que tú ...yo he notado que tú...Continúa con eso, Tú estás progresando en...cada vez más, Demostraste mucha responsabilidad cuando tú… Esa es la manera de llegar lejos . Yo aprecio el modo que tú … Tú eres excelente en eso, Tú eres el mejor Buen recordatorio, Eso es hermoso. Me gusta el modo o la manera que tu... Yo estoy completamente feliz de que seas mi hijo o hija. Yo te amo. 

Tu puedes mostrarles a ellos como te sientes, así como también decirles. Sonreír, Aprobación con la cabeza, reclinarte a su altura. Señal o gesto que signifique aprobación. Chocar las manos. Tocar las mejillas. Sonreír divertido con él no de él. Dar palmaditas en la espalda. Abrazarlo· Bien.  Eso está bien. Correcto· Extraordinario. Me gusta la manera que tu haces eso. Yo estoy muy orgullosa de ti· Estupendo· Formidable· Buen trabajo. Excelente progreso. Bien por ti. Esa es la manera. Mucho mejor. Lo estás haciendo mejor. Eso es perfecto. Buena Idea. Que idea tan ingeniosa. Eso es. Buen trabajo. Verifícalo tu mismo. ¿Tú que crees?. Me gusta la manera que tu... Yo he notado que tu... Continúa con eso. Yo me divertí...contigo. Tú estás progresando en...cada vez más. Tú demostraste mucha responsabilidad. Esa es la manera de llegar lejos. Yo aprecio el modo que tu... Tú eres excelente en eso. Tú eres el mejor. Buen recordatorio. Me gusta el modo o la manera que... ·

domingo, 19 de abril de 2020

Psicología de Emergencia. ¿Por qué es necesaria en especial en estos momentos?

Hoy, ante la pandemia que atraviesa el mundo, con mucha frecuencia hemos estado escuchando   de las consecuencias en la salud mental de la población y de la necesidad de la atención psicológica de emergencia. La Psicología de Emergencias es una especialidad dentro del quehacer profesional del psicólogo. Se refiere al estudio del comportamiento humano antes, durante y después de situaciones relacionadas con las emergencias, utilizando para ello técnicas y hallazgos propios de la experiencia que dentro del campo de las emergencias y la Psicología existen.

El objetivo de los primeros auxilios psicológicos es calmar y ayudar a las personas a funcionar y hacer frente de manera saludable a la contingencia, mientras esta ocurre. Los primeros auxilios psicológicos se pueden aplicar en diferentes contextos y ámbitos, tanto si se tratan de emergencias masivas (un terremoto, un huracán, un atentado, una epidemia, etc.) como cotidianas (accidente automovilístico de un familiar, pérdidas familiares, etc.). En estos momentos en que estamos inmersos en la sobrevivencia y en salvar vidas a cualquier costo, resulta sumamente importante poder brindar apoyo emocional a quien lo necesite para enfrentar las condiciones adversas y poder disponernos a luchar por la vida, protegernos y proteger a nuestros niños y sus familias.  

Centraremos nuestros recursos en este artículo en el trabajo con los niños, sus familias y sus maestros, porque la escuela ha seguido presente durante esta emergencia sanitaria mundial, aunque de una forma diferente a como se hace de manera cotidiana.  

Para los padres y maestros es importante, reconocer las reacciones normales de los niños ante esta situación. Generalmente, estas reacciones van a estar relacionadas con la edad, las condiciones de vida, la estabilidad emocional que muestre la familia y las situaciones en que se encuentra confinada, las preocupaciones por el futuro y en los casos de niños o adolescentes que presenten alguna condición de salud física o mental, la respuesta emocional estaría relacionada además, con las características de esta condición y los recursos de protección que se hayan desarrollado hasta el momento. No puede perderse de vista que esta situación puede ser muy difícil para los adultos, pero puede resultar traumática para los niños.

Los niños ante la emergencia experimentan una serie de reacciones y de sentimientos como respuesta a la inseguridad e incertidumbre que se genera y necesitan atención especial para satisfacer sus necesidades. No se puede perder de vista los dos indicadores más comunes de estrés que pueden generarse en los niños: los cambios en la conducta y la regresión. Un cambio de conducta es exhibir una conducta cualquiera que no es típica de ellos. Por ejemplo, un niño sociable y extrovertido puede volverse muy tímido y aislado, presencia de conductas agresivas. La regresión es cuando ocurren conductas del pasado o sean que regresan, tal como chuparse el dedo pulgar, volver a mojar la cama o hablar como los bebés. Los niños puede que se confundan y se tornen ansiosos, hiperactivos e hipervigilantes, es decir, muy conscientes y reactivos a todo lo que ocurre en su entorno. Esperan peligro y se sienten inseguros, temerosos, enojados o angustiados. Pueden tener dificultades para dormir, sufrir insomnio o tener pesadillas, pero también pueden experimentar entumecimiento emocional o evitación y tratar de ocultar sus emociones o negarse a experimentarlas y no hablar de ellas con sus padres y otros familiares.  

Durante la emergencia los padres tienen un papel mucho más difícil con los hijos. Como padres, necesitará lidiar con la emergencia de una manera que ayude a los hijos a evitar que desarrollen un sentido de pérdida permanente. Tendrán que enfrentar muchas veces situaciones en que no tengan una respuesta predeterminada y aun así tendrán que enfrentarse con su principal tarea que es darle seguridad y estabilidad emocional a los hijos. El Dr. Fernando Mulas Director del Centro Valenciano de Neurología Pediátrica y experto en Trastornos del Neurodesarrollo, en un artículo publicado el 4 de abril del 2020 en el Diario Las Provincias, hace referencia a la pregunta que cotidianamente en este tiempo más escuchamos de los hijos, “ Papá, queda mucho” y señala, 
“…cuando un niño nos hace esta pregunta está pidiendo no tanto conocer la respuesta categórica, sino está informándonos de su comprensible desazón para conseguir de nosotros  un apoyo sobre su estado anímico, que lo haga sobrellevar mejor la espera de lo que parece que nunca se va a acabar”. Esto resulta mucho más difícil de comprender y sobrellevar cuando alguno de los hijos tiene un trastorno del neurodesarrollo.

¿Cuáles son los principales síntomas de alerta que deben observar los padres, para intervenir de la mejor manera posible? 

Edad preescolar (3-5 años). Los niños de estas edades frecuentemente se sienten desvalidos y experimentan intenso miedo e inseguridad por su impotencia para protegerse a sí mismos. Muchos carecen de las destrezas verbales y conceptuales necesarias para lidiar efectivamente con el estrés que ocurre súbitamente. Las reacciones de los padres y de sus familias a menudo los afectan fuertemente. Las reacciones típicas suelen ser miedo a la oscuridad o a los animales, apego a los padres, terror en las noches, pérdida del control de la vejiga o de la excreción, estreñimiento, dificultad en el habla (tartamudear), disminución o aumento del apetito, llorar o gritar por ayuda, inmovilidad, temblores y expresiones faciales de terror, temor a que le dejen solo, miedo a los extraños, confusión. 

Edad escolar (6-11 años). El niño de edad escolar puede entender los cambios o las pérdidas permanentes. Los miedos y las ansiedades predominan en este grupo. Pueden surgir temores o miedos imaginarios que no parecen tener relación con la emergencia. Sin embargo, algunos niños se concentran en los detalles de la emergencia y desean hablar de éstos continuamente. Estas reacciones pueden interferir con otras actividades. Las reacciones más frecuentes suelen ser irritabilidad, lloriqueos, exceso de apego, conductas agresivas, competir con los hermanos por la atención de los padres, terrores nocturnos, aparición de tics, presencia de conductas impulsivas, pesadillas y temor a la oscuridad, renuencia o inconsistencia en la realización de los deberes escolares, falta de interés y una concentración pobre, conducta regresiva, dolores de cabeza u otros malestares físicos, depresión, inseguridad y ansiedad.


Inicio de la adolescencia (11-14 años). Las reacciones de este grupo de edad son de especial significado. Él debe saber que sus miedos son apropiados y que otros los comparten. La ayuda debe dirigirse a reducir las tensiones y las ansiedades, y los sentimientos que de ellos se derivan. Frecuentemente pueden presentarse conductas como las siguientes, trastornos del sueño, trastornos del apetito, rebelión en el hogar, rehusar hacer las cosas que se le piden, renuencia a hacer las actividades escolares en línea, problemas de conducta, peleas, aislamiento, pérdida del interés, conducta dirigida a llamar la atención, somatizaciones como dolores de cabeza, dolores leves, erupciones en la piel, problemas intestinales, quejas psicosomáticas, super enfoque en las redes sociales especialmente en la búsqueda de relaciones con los amigos que aunque parece razonable para el momento, pudieran resultar contraproducentes por las informaciones sin filtro que reciben.

La adolescencia (14-18 años). Una situación de emergencia puede estimular los temores relacionados con la pérdida de sus familias y su vida misma y amenaza a su proceso natural de despegue de la familia por la necesidad de unión familiar en ese momento. Se interrumpen las relaciones con sus grupos y sus vidas en la escuela. Pueden tener una combinación de algunas reacciones infantiles mezcladas con reacciones de adultos, pueden mostrar conductas más arriesgada que la normal, podrían sentirse agobiados por las emociones y podrían estar incapacitados para discutirlas con sus familias. Aparecen reacciones típicas como dolores de cabeza y otros malestares físicos, depresión, confusión o concentración y ejecución pobres, conducta agresiva, aislamiento y distracción, cambio de su grupo o de amigos, síntomas psicosomáticos, cambios del apetito o del sueño, agitación o disminución del nivel de energía, indiferencia, conducta irresponsable, conductas de riesgo y aumento o reducción de la lucha contra el control de los padres.


¿Cómo los padres pueden ayudar a sus hijos a superar la situación?

Frecuentemente, los niños imitan la conducta de sus padres. Cuando los padres han lidiado bien con la situación, hay una gran probabilidad de que los niños hagan lo mismo. Cuando los problemas se mantienen escondidos y no se discuten abiertamente, los niños podrían interpretarlos como que algo aterrador está ocurriendo, a veces peor de lo que verdaderamente es.

Nunca olvide que los niños y adolescentes dependen de rutinas diarias. Se despiertan, se levantan, se desayunan, se van a la escuela, hacen deportes y juegan y conectan con sus amigos. Cuando las emergencias interrumpen esta rutina, ellos se tornan ansiosos e inseguros. En una emergencia siempre buscarán su ayuda o la de otros adultos y cómo usted reaccione a una emergencia, les dará la clave de cómo actuar. Si usted reacciona alarmado, el niño sentirá más miedo porque entiende nuestro miedo como una señal de que el peligro es real. Si usted parece agobiado por un sentimiento de pérdida, el niño sentirá su pérdida con más fuerza.

Abrace y acaricie a sus hijos con frecuencia. Asegúreles frecuentemente que ustedes están seguros y que permanecerán junto a ellos. Háblele sobre sus sentimientos acerca del problema en un lenguaje no alarmista, sino que les brinde seguridad. Comparta con ellos sus sentimientos. Proveerles información que ellos puedan entender. Comparta con sus hijos pequeños más tiempo al acostarlos a dormir. Háblele sobre lo que pueden hacer, cómo pueden ayudar. Deje que sus hijos ayuden, asígnele una responsabilidad social en el entorno familiar durante la contingencia.

Traten de pasar más tiempos juntos en actividades de familia para comenzar a reemplazar los miedos con recuerdos placenteros. Si están teniendo problemas para resolver las asignaciones escolares, comuníquese con sus maestros para colaborar durante esta etapa. 

Los temores de los niños pueden surgir de su imaginación y usted debe tomar estos sentimientos en serio. Un niño que siente miedo tiene miedo. Sus palabras o sus acciones pueden darle tranquilidad. Cuando hable con su niño, asegúrese de presentarle un cuadro realista que a su vez sea manejable. Los sentimientos de temor y miedo son saludables y naturales en los adultos y en los niños, pero usted como adulto debe tener el control de la situación. Cuando  esté seguro que el peligro ha pasado, concéntrese en las necesidades emocionales de su hijo preguntándole en qué está pensando y qué es lo que más le preocupa. La participación de los niños en actividades de la familia para recobrarse del evento les ayudará a sentir que su vida retornará a lo “normal”. Su reacción durante este tiempo tendrá un efecto duradero en él.

Usted puede ayudar a los niños a recuperarse entendiendo lo que causa sus ansiedades y sus miedos. Aliénteles con firmeza y amor. Sus hijos se darán cuenta que eventualmente la vida vuelve a lo normal.


Escrito por Nieves Herrera Conde. 



jueves, 16 de abril de 2020

Reflexión... Los modos de pensar son poderosos.

Tratando de rescatar las ideas que ya había escrito en mi antiguo Blog Hiperactivos, he encontrado este post que a continuación les transcribo. Fue uno de los primeros que escribí (mayo del 2009) y acababa de llegar de una de las conferencias de CHADD, con la sensibilidad a flor de piel y con mi cabeza llena de conocimientos y experiencias extraordinarias acerca del trabajo con niños con TDAH. 

Los modos de pensar son poderosos.


Los modos de pensar de cada uno de nosotros, constituyen las suposiciones e ideas que tenemos acerca de las cosas y constituyen herramientas poderosas para enfrentar las distintas situaciones que la vida nos plantea. Creo que todos nosotros, padres, maestros, psicólogos y pacientes, de diferentes maneras estamos convencidos que esto es una verdad con pocas probabilidades de ser discutida.

Sin embargo me impactó sensiblemente una conferencia que escuché a Robert Brooks PhD, Psicólogo Clínico de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, acerca de la influencia de los modos de pensar en los niños y adolescentes con TDAH. Voy a tratar de señalar brevemente cuáles fueron las ideas fundamentales que durante tres horas el trató de explicarnos.

Nuestros modos de pensar son muy poderosos y pueden influir en la determinación del trabajo que realizamos con los niños que atendemos y en su conducta. Los niños y adolescentes con TDAH a pesar de la vulnerabilidad propia del trastorno, pueden desarrollar ciertas resistencias para enfrentar las contingencias que el ser una persona con TDAH les impone y esto es muy importante para su salud mental y su bienestar.

¿Qué características debe tener la intervención para que cree resistencia en los niños?

· Los niños pueden ser resistentes si tienen una persona que crea en ellos, si existe un adulto carismático en su vida. Para ser un “adulto carismático”, debemos tomar la decisión de estar al lado del niño sin condición, tocar el corazón y la mente de los niños sin esperar nada a cambio. Hay que ponerse en el lugar del niño y ver el mundo desde su perspectiva, solo así podemos comprender por lo que está pasando, comunicarnos con ellos y acompañarlos.

· Hay que enseñar a los niños a resolver problemas y tomar decisiones, sin enojarnos. Todos los niños, hasta los más pequeños pueden resolver problemas y tomar decisiones, pero a los niños con TDAH esto se les hace muy difícil por la impulsividad. Hay que pensar en las alternativas para poder enseñarlos a enfrentar y solucionar los diferentes problemas que enfrentan como consecuencia del trastorno y que si no logran hacerlo esto puede traerles muchas frustraciones y sentirse muy abrumados.

· Es importante identificar sus ”Islas de Competencias”, sus áreas de fortalezas. Pregúntenle qué es lo que ellos saben hacer bien. Nunca podrán trabajar para resolver sus dificultades sin conocer para qué son buenos. Y lo que es más importante hay que reforzar esta idea ante la comunidad, los compañeros de clase, los hermanos, el resto de la familia, los amigos. El trabajo de ayuda e intervención con ellos se deberá centrar en las fortalezas para a partir de ellas influir y modificar las debilidades.

· Los niños y adolescentes con TDAH saben que ellos tienen fortalezas, lo importante es no ser compasivos y demostrarles que ellos pueden hacer una diferencia en el mundo. Por lo general son muy creativos y suelen estar dispuestos a ayudar y esta disposición hay que aprovecharla. Hay momentos en que el utilizar con ellos las palabras mágicas “NECESITO TU AYUDA” pueden hacer la diferencia, pedirles que ayuden en una labor en la escuela, en la comunidad, formar “Comité de Expertos” para algo, esto puede hacer la diferencia y darle un sentido diferente a su vida.

· Los niños con resistencia pueden desarrollar autodisciplina y autocontrol. Ellos viven el aquí y el ahora cada día y no pueden ver metas ni objetivos a largo plazo. Necesitan que se les recuerden las reglas y que la repitamos una y otra vez y todas las veces que sean necesarias sin enojarnos, Necesitan que se les anticipen las consecuencias, saber de antemano qué puede pasar si no cumplen con una regla, pero mucho más importante es que ellos participen en el establecimiento de reglas y consecuencias y acuerden con ustedes cómo recordarlas.

¿Por qué es importante desarrollar resistencias en los niños con TDAH?. 

Porque ellos han tenido muchas experiencias de fracasos y ellos sienten dolor y prefieren mostrar que son traviesos antes de aparecer como tontos. Es importante que entendamos que el temor a cometer un error es un impedimento importante para aprender y los maestros y los padres son los primeros que tienen que considerar esto y preguntarse acerca de qué deben hacer para no minimizar a los niños.

Debemos desarrollar en los niños un modo de pensar resistente al estrés que le provoca el no poder poner atención, el no poder pensar de manera organizada, el tener dificultades para regular su conducta., el tener miedo a fracasar. Cuando le quitamos a los niños el miedo al fracaso, ellos se sienten seguros en el salón de clases y aprenden y se comportan de manera diferente.

Pero también los padres y los maestros, deben desarrollar un modo de pensar resistente al estrés, ya que si están estresados no pueden ayudar a los niños. El trabajar y ayudar a los niños con TDAH constituye un desafío, no un problema. Requiere que pensemos más allá de lo común y cotidiano y cuando veamos que algo no esté funcionando, no sigamos repitiendo y no sigamos haciendo cada día lo mismo. Las personas se estresan más cuando están enfocadas en algo sobre lo que no tienen control y esperan que otros cambien, primero.

Las claves para trabajar con los niños con TDA-H se resumen en estas palabras:
Comprender el problema, acompañar, no agotar las opciones y crear resistencias.

Mi hijo tiene TDA-H. Aceptando el diagnóstico.

La negación es un sentimiento común al tener que afrontar cualquier problema médico. En ocasiones resulta más fácil negar este, que asumir que hay algo que es necesario atender. Negar el diagnóstico es peor que aceptar que existe, la condición no va a desaparecer por ello y es más probable que con el paso del tiempo sin atención, se agrave.

Sabemos lo que significan los hijos para sus padres, desarrollan en ellos expectativas propias acerca de cosas logradas a lo largo de su vida y al mismo tiempo proyectan ideales no alcanzados por ellos mismos. Estas expectativas sufren casi inevitablemente alguna modificación cuando deben afrontar el diagnóstico, porque en la crisis emocional que sobreviene al momento que se le comunica acerca de la condición del hijo, el elemento crucial no es el trastorno mismo, sino el derrumbe de las expectativas paternas.

Los padres de los niños con TDAH no están muy alejados de esta realidad y frecuentemente la negación de la existencia del trastorno suele ser una de las causas entre otras, de la atención tardía al mismo y del recrudecimiento de los síntomas con su correspondiente impacto sobre los niños y adolescentes afectados  y sus entornos de relación.

Con mucha frecuencia llegan a la consulta de Psicología, muchos niños con remisiones de diagnóstico de TDAH realizadas en diferentes momentos de la vida, sin haber recibido una atención médica y psicológica o con mucha inestabilidad en los tiempos de tratamiento. Los padres refieren en ocasiones que el diagnóstico para ellos no fue muy confiable por diferentes causas y en otras que realmente no consideraron oportuna la intervención. También resulta algo muy común que al preguntarles desde cuando están apareciendo las conductas que hoy lo llevan a la consulta, respondan que desde siempre, argumentando su aparición desde la edad preescolar. Más frecuente aún es la respuesta ante la pregunta por qué esperaron tanto para acudir por ayuda y señalan, es que según sus abuelos nosotros éramos  igual a él. La realidad es que estas y otras respuestas son evidencias de los temores de los padres al tener que afrontar el diagnóstico.

Los padres de los niños con TDAH suelen pasar por los pasos siguientes antes de asumir finalmente el diagnóstico: Conmoción, que aparece en forma de respuestas emocionales muy diversas, llanto, silencio profundo, incredulidad, búsqueda de culpables; rechazo, en forma de una respuesta negativa a aceptar la verdad, negar que existe el impedimento o una tendencia a minimizar los efectos de éste en el desarrollo del niño; depresión, cuando  comienzan a asimilar la condición de su hijo y a cambiar sus expectativas y se centran principalmente en los déficits del niño,visualizando un futuro pesimista; aceptación, que hace referencia al hecho de que los padres no sienten ya la necesidad de defenderse de la realidad y de su experiencia de dolor, sino comienzan a buscar ayuda para revertir el impacto de los síntomas.

También es importante considerar otros factores, que influencian sus respuestas frente al problema de los hijos: qué tan grave es el problema, cómo influye la edad y el momento en que se está haciendo el diagnóstico, el aspecto económico, el tiempo que deberán dedicarle, su capacidad para controlar y cambiar lo que está sucediendo, el mito de la cura. Y mientras todo esto pasa, el tiempo sigue siendo un enemigo implacable que impide que la ayuda acuda para mejorar la  calidad de vida del que padece el trastorno, su familia y sus entornos de relación.

Para los padres nunca es fácil enterarse que su hijo sufre TDAH. Es importante que los padres que se enfrentan a un diagnóstico de TDAH, conozcan la cadena de reacciones que el saber que su hijo tiene el trastorno puede generar sobre ellos, ya que éstas pueden dar lugar a conductas paternas ansiosas o agresivas que resultan muy perjudiciales para el niño, o a no asumir el diagnóstico y no hacer nada para ayudar a su hijo a salir adelante. Negar los síntomas del TDAH, no protege al niño de las dificultades en la escuela, el rechazo social y los problemas de conducta, solo le impide recibir la ayuda adecuada.

Quizás los padres experimenten el estigma o la vergüenza relacionados con el diagnóstico.  Es importante que entiendan que no es su culpa que tenga TDAH, no se debe a ningún error que hayan cometido y no es un castigo. Si bien es cierto que no pueden controlar el hecho de que tiene TDAH, sí pueden controlar la manera como se manifiestan los síntomas y cuáles son las ayudas que su hijo necesita. Seguir un plan de tratamiento multimodal  es clave para disminuir los síntomas y alcanzar el éxito. Podrían sentir que la familia y amigos no entienden de qué se trata el trastorno. Pueden elegir a quién le comparten sus sentimientos y preocupaciones y podrían sorprenderse porque pueden llegar a ser una excelente fuente de apoyo y así darse cuenta que no están solos para nada y no tienen que enfrentarse solos a los retos que tener un hijo con TDA-H conllevan.

Asumir el diagnóstico de su hijo les permitirá sentirse menos solos y podrán reflexionar sobre las causas y consecuencias de su comportamiento. A su vez, les será más fácil aliviar su ansiedad y encauzar sus esfuerzos hacia la búsqueda de la mejor forma de educar y comportarse con su hijo.

Todos los padres se preguntan cómo serán sus hijos cuando crezcas y hacen todo lo posible para que desarrollen su potencial. Esto no difiere en el caso de los niños con TDAH.
La familia cumple un rol decisivo a la hora de diseñar formas de vivir, de lograr éxitos o sufrir fracasos, avanzar o desviarse del camino, desarrollar o inhibir el desarrollo. La familia y la escuela son los ámbitos que reciben el impacto cotidiano del TDAH y sus comportamientos sintomáticos y al mismo tiempo los principales entornos de ayuda.

Pero necesitamos convencer a todos los  implicados en la educación y la salud mental de los niños y adolescentes, de la indiscutible realidad del TDAH y de sus perjudiciales efectos sobre los individuos, su familia y la sociedad en general, cuando no reciben tratamiento.  Necesitamos también ayudarnos unos a otros, darnos apoyo afectivo y social, convencernos de que un método educativo diferente puede evitar la Inadaptación Escolar (fracaso escolar) y la Inadaptación Social (problemas de conducta).

La mejor vía para que un niño o adolescente con TDAH tenga un buen crecimiento personal, radica en que usted como padre, lo acepte tal cual es. Y para ello deberá trabajar una serie de necesidades, propias de toda persona con este trastorno. De esta forma se convertirá en un niño o adolescente con éxito escolar y social, tendrá un razonable número de amigos y se sentirá seguro de sí mismo.

Los padres deben convertirse en “expertos en TDAH”. Los padres deben formarse para poder reconocer los comportamientos propios del trastorno y aprender estrategias para controlar las conductas perturbadoras y potenciar las conductas adecuadas. Hay que conocer, aceptar y comprender al niño/adolescente y potenciar sus cualidades que son muchas, asegurando su equilibrio psicológico personal, para lo que debemos dar los apoyos necesarios.

Es necesario además informarse sobre el tratamiento farmacológico, la medicación puede ayudar a las personas afectadas y una buena información le ayudará a tomar la decisión de administrar los medicamentos si fueran necesarios así como a valorar su eficacia.

También resulta importante hacer las adaptaciones necesarias en casa, si es necesario reestructurando el ambiente y las rutinas familiares y mantener una relación adecuada y continua con la para valorar la eficacia del tratamiento, y solicitar las adaptaciones necesarias para que el niño o adolescente salga adelante. 

Es importante no olvidar que el trastorno tiene carácter crónico y que el TDAH es variable, por lo tanto habrá épocas buenas y malas. Por eso no se debe abandonar el tratamiento, se deberá revisar y ajustar a las necesidades de cada época. Es un trastorno que se manifiesta de diferente manera según la edad.

 La premisa: Conocer el problema. Acompañar. No agotar opciones. Crear resistencias.

miércoles, 15 de abril de 2020

¿Por qué no puedo “portarme bien”.?

(Este post se publicó por primera vez en el Blog Hiperactivo el 5 de febrero del 2010)

¿Qué es portarse bien? Realmente creo que merece la pena que nos lo preguntemos, porque es muy frecuente que a nuestra consulta de Psicología lleguen padres que preguntan ¿pero por qué mi hijo no puede portarse bien?, ¿llegará a portarse bien algún día? Pero lo más interesante es que también muchos niños expresan que no pueden portarse bien o nos hacen la pregunta ¿por qué no puedo portarme bien?

Hoy en día las dificultades que muchos niños enfrentan en la proyección de su conducta, resulta una preocupación importante de muchas familias y de la comunidad educativa en general. Para los adultos significativos el comportamiento bueno o malo de los niños, va a estar determinado por el tipo de conductas que los niños presentan que pueden ser esperadas o no esperadas por ellos. Permítanme subrayar lo relativo a las conductas esperadas o no por el adulto, ya que el comportamiento de un sujeto puede ser leído desde diferentes ópticas y por ello portarse bien o mal puede ser un término con una gran carga de subjetividad. Entonces un niño se porta bien o mal en dependencia a cómo se evalúe, cuál es el valor de referencia y las circunstancias en la que se da la conducta.

Los problemas de conducta son la proyección de un comportamiento perturbador. El comportamiento perturbador no tiene significación por sí solo, sino que se trata de un síntoma externalizado que esconde un conjunto de signos que no tienen por qué ser patológicos y que determinan dichas conductas. De ahí que su origen puede ser diferente para cada individuo a pesar de que el comportamiento sea en muchas ocasiones el mismo.

La mayor parte del comportamiento de cualquier sujeto, considérese o no un problema de conducta, es aprendido, mantenido y regulado por los efectos del medio. De esta manera podemos entonces entender cómo se adquieren muchas de las conductas inadecuadas. Entonces aparece un hálito de esperanzas para padres y maestros de niños con dificultades de conducta: la conducta inapropiada que ha sido aprendida, puede ser desaprendida o modificada. Y suponiendo que el problema esté causado por un déficit o trastorno, la conducta puede ser modificada y reaprendida por entrenamiento.

Es importante tomar en cuenta que en el caso de niños con TDAH, Trastorno Oposicionista, TEA y otros trastornos con un origen orgánico en ocasiones no va a ser suficiente el trabajo de modificación de conductas o de aprendizaje de otras nuevas, sino que deberán emplearse estrategias que al reconocer la cronicidad del sustrato conductual, empleen además otras,  encaminadas a reducir la ocurrencia de esas conductas y centrarse en el trabajo de prevención de estos comportamientos, reduciendo o cambiando las condiciones que dan lugar a estas conductas y disminuyendo la duración e intensidad de las mismas. Unido a ello será importante propiciar las condiciones para que aumenten las probabilidades de tener conductas apropiadas.

Por ello la insistencia de que en el trabajo con  niños con dificultades conductuales el ambiente no es un invitado ocasional, sino que va a constituirse en el elemento esencial del proceso de intervención.

Un enfoque que refuerza esta idea lo encontramos en los trabajos que se  realizan para la atención a niños con TDAH, que tienen en cuenta que si bien está determinado por condiciones neurobiológicas o sea  neurodesarrollo, deviene trastorno, cuando los síntomas no encuentran una respuesta adecuada en el entorno social e impactan las relaciones del sujeto con su familia, la escuela, el grupo de pares o su estabilidad personal. La calidad de vida de las personas con TDAH depende de las habilidades de los adultos significativos con los cuales interactúa el niño, para ofrecerles un entorno suficientemente estructurado que permita la máxima autonomía, y a la vez minimice aquellas condiciones que los induzcan a realizar conductas inapropiadas y los predispongan a la falta de autorregulación.

La premisa fundamental para lograr conductas apropiadas en los niños tengan o no TDAH, es ofrecer un entorno seguro. ¿Qué implica un entorno seguro? Un lugar donde haya un orden, rutinas y reglas porque ellas proveen una estructura, un marco de acción, un encuadre que permite perfilar lo negociable y lo no negociable, lo que puedo y no puedo hacer, el momento metafóricamente hablando, de "activar los frenos". ¿Qué aprende un niño al ponerle límites adecuadamente? El niño aprende valores, aprende a comportarse de forma segura. Los límites les permiten aprender a organizarse, a tener buenos hábitos que los ayuden a vivir mejor. Aprenden a confiar en el adulto, pues este los respeta, los cuida y les atiende.

No menos importante para lograr un entorno seguro, es la consistencia. Ser consistente es por un lado lograr unidad de objetivos acerca de cómo proceder en cuanto a la conducta por parte de los adultos significativos, o sea qué comportamientos se esperan y cuándo y por el otro, la firmeza para eliminar interferencias y situaciones que impidan que lo que esperamos del niño se dé en cualquier momento, lugar y condición. Las discrepancias entre los padres o entre los maestros, desestabilizan, confunden al niño, "¿por qué hoy no puedo hacer tal cosa y ayer sí?", "le digo a mi mamá, ya que mi papá dijo que no, a ver si lo logro, pruebo fuerzas, total a veces se cansan…"

El establecimiento de consecuencias a las conductas también constituye una garantía para un entorno seguro. Al estructurar límites es importante pensar en las consecuencias de su cumplimiento o incumplimiento. Las consecuencias son una forma efectiva de enseñar a los niños a que tomen la responsabilidad por sus decisiones, acciones y compromisos porque es necesario asegurarse que el niño sabe lo que ha hecho mal y lo que no debe volver a hacer y ayudarle a encontrar formas de evitar esas conductas inaceptables.

Por último en este sistema los padres deben estar con los hijos sin condición. Comportarse de forma coherente a lo exigido, pues con el ejemplo también se enseña, por lo que han de ser consecuentes con el modo habitual de hacer en casa. Además ser firmes y coherentes, pues si se cede, después costará mucho más retomar nuevamente el respeto de esas normas. Es necesario que adopten una mentalidad flexible que permita ir adaptando esas normas a la situación, al momento y edad concreta del niño. Pero sobre todo deben garantizar que exista un buen clima familiar, de afecto y cariño para que los niños sientan la seguridad que necesitan para trabajar para el mejoramiento de su conducta.



Estrategias para organizar el ambiente en casa.

(Este enlace se publicó por primera vez en el Blog Hiperactivos el 8 de febrero del 2010. Hoy tiene toda su vigencia)



Con frecuencia, cuando un niño es diagnosticado con el TDAH o cualquier otro trastorno del neurodesarrollo, la primera reacción de unos padres preocupados es, “¿Qué puedo hacer al respecto?”. 

Como padre o madre, usted puede ayudar a crear ambientes en el hogar y en la escuela que mejoren las oportunidades de éxito para su hijo. Mientras más pronto atienda sus problemas, más probabilidad tendrá de prevenir los fracasos escolares y sociales y los problemas asociados tales como el fracaso escolar y la auto-estima empobrecida o la exclusión de los entornos sociales. La intervención temprana es la clave para obtener resultados positivos para su niño.

A continuación te ofrezco algunas de las estrategias que recomendamos a los padres de los niños que atendemos. Les plantearé primeramente aquellas que tienen que ver con la organización del ambiente en casa.

 Mantenga su hogar organizado. Mientras más tenga su hogar programado y organizado, será mejor para su hijo. La rutina puede ayudarlo a aprehender el sentido de orden en su vida y la da seguridad, porque sabe siempre qué debe hacer en cada momento y qué sigue.  Sea consistente con su rutina.

 Simplifique su vida. Por favor, no trate de hacer todo, estar en todo, liderear todos los grupos. Reduzca el número de sus actividades. Su hijo necesita de su tiempo y atención más que otras personas. Pase más tiempo en casa con sus hijos y su familia.

 Sea justo, firme y consistente con su disciplina. Asegúrese que su hijo sepa las reglas con anticipación. Revise éstas cuantas veces sea necesario.  Sea firme, no recompense comportamientos inadecuados ignorándolos,  sea justo con su hijo. Sea sabio al momento de disciplinar o de aplicar consecuencias. Que las consecuencias nunca esté determinadas por la magnitud de su enojo, sea objetivo. 

 Instruya durante las incompetencias, enséñele cómo hacer las correcciones. Los niños pueden saber la diferencia entre incompetencia y rebeldía. Cuando su hijo actúe de manera incompetente, enséñele cómo hacer las cosas bien y permita que las practique. La rebelión o el comportamiento retador, sin embargo, necesitan ser disciplinados. Sí, su hijo necesita saber quién está a cargo y esta persona tiene que ser usted, no él.

 Evite que su hijo o usted lleguen a la fatiga. Todos nosotros nos volvemos irritables cuando nos cansamos. No planee demasiadas actividades en su día, para que éstas no los agoten a usted o a su hijo. Si esto sucede entonces será difícil sobrellevarlas, tanto para usted como para él. Recorte sus actividades, haga menos, no más, ahorre energía, vaya despacio.

 Implique al niño en el establecimiento de reglas, regulaciones, limitaciones, esquemas, esparcimientos y otras actividades personales y familiares. Trabajen juntos y sean consistentes en lo acordado. 

 Dele responsabilidades familiares razonables y tareas en consonancia con sus aptitudes. Enséñele a realizarlas y luego alabe su cumplimiento.

 Dígale al niño cuándo se porta mal y explíquele lo que usted siente acerca de su conducta; después estimule que ponga en práctica otras formas de conducta más aceptables y que las lleve a cabo en el futuro.

 Insista en que el niño coopere socialmente jugando, ayudando y colaborando con otros en la familia y en la comunidad. Proporciónele oportunidades adecuadas para la participación social y elogie la conducta cooperativa.

 Sea consistente. Como padres es preciso ser tan constructivamente estables en la propia conducta como sea posible bajo diversas circunstancias. Recordar que cada vez que usted cambia su reacción conductual ante el niño le confunde acerca de lo que usted espera o cómo desea que actúe.

 Procure darle un lugar para trabajar o estudiar sin interferencias. Con regularidad ayúdelo a checar su escritorio o lugar de estudio, sus cuadernos, sus útiles en general. Enséñele cómo organizarlos. Estimúlelo cuando considere que ha hecho esfuerzos en este sentido.

 Ayúdelo con claves para organizar sus pertenencias: colores, símbolos. Entrénelo en que debe haber un lugar para cada cosa y cada cosa debe estar en su lugar.

 Póngale todos los recordatorios que necesite en diferentes lugares de la casa.

 Simplifique las reglas de la casa. Explíquele lo que significa cada una y anótelas en una lista. Anote también lo que ocurrirá cuando las reglas se cumplan y cuando se rompan. Estos límites deberán ser comprensibles y sobre todo, inflexibles.

 Trabaje la familia en equipo.  Es necesario que diseñen juntos el programa y tengan un contacto directo con el niño durante su instrucción. Estén abiertos a probar nuevas cosas cuando algunas no funcionen. Piense que es posible que las cosas no funcionen bien a la primera. Acompáñelo en el proceso. 

  No se muestre derrotado, esté abierto a probar nuevas estrategias y tiempos. No haga juicios de valor desfavorables delante de su hijo con respecto a su conducta. Piense positivamente que no siempre todo sale bien a la primera.

Psicp. Nieves Herrera Conde.

lunes, 13 de abril de 2020

Tengo un hijo con TDA-H. A ti papá, familia, ¿Qué te corresponde hacer?

(Este artículo fue publicado en Hiperactivos el 7 de septiembre del 2012)



Tanto la educación de los padres, como el clima familiar constituyen factores protectores en la evolución y disminución de los síntomas del TDAH. Las investigaciones en neurociencias señalan que se hereda la predisposición, pero no el trastorno. La herencia nos plantea el límite, pero el entorno va a determinar el alcance.  Por lo que La familia juega un papel importante en la atención al paciente con TDAH e interviene en su  desarrollo y expresión en los distintos contextos sociales.
Los factores familiares no son la causa original del TDA-H (divorcio, desapego, inestabilidad emocional, etc); pero si es importante considerar que pueden amplificar y mantener el diagnóstico. Por eso es importante que los padres  se conviertan en “especialistas”,  de sus hijos, no en el TDAH, sino en la manera que el TDAH y cualquier otro trastorno se personifica en su hijo.

El reto especial al educar y formar a un niño con TDAH u otro Trastorno del Neurodesarrollo, es decidir lo que se puede dar de uno para hacer una diferencia en su vida, en vez de exigir que los demás, incluyendo al niño, sean diferentes.

“Cada niño necesita una persona que crea en él” 
-Sé proactivo:
Entiende, acepta y maneja los síntomas.
Empodérate, aprende a manejar la condición, promueve habilidades y el sentido de competencia en ellos.

-Bríndale  una estructura que lo ayude a encontrar un orden en su vida.

Rutinas que ayuden a organizar su vida. Límites claros y realistas. Qué se permite y qué no. Ambiente predecible. Consecuencias acordes con la falta  y de manera  inmediata. Consistencia. Acuerdos. Ajustes. Acompáñalo  en este proceso. 

-Enfócate en sus áreas de competencias:
Trata que ellos identifiquen estas fortalezas o islas de competencias. Hay que mantenerse alerta a los momentos brillantes. Nunca podrán trabajar para resolver sus dificultades  sin conocer para qué son buenos. Refuerza esta idea ante la comunidad, los compañeros de clases, sus amigos, sus familiares.Centra el trabajo en estas fortalezas para influir y modificar sus debilidades. 
-No lo estigmatices, no lo etiquetes.
Adopta expectativas realistas en  relación a tu hijo. Estimula el sobreponerse a la adversidad y mantener una adaptación saludable. Hazlo resiliente. Busca opciones para la autocorrección. Enséñalo a darse cuenta de sus errores y dale estrategias para enmendarlos. Evita reaccionar excesivamente a los errores. No estigmatices el error, haz que se convierta en aprendizaje. 
-Ayúdalo a proteger su autoestima a pesar de los síntomas.
 Recuerda que esta depende del estímulo de sentirte capaz y esto está en riesgo.
Sé empático: ponte  en su situación, ve el mundo a través de sus ojos y siéntelo  a través de su corazón. “Ayudar a una persona a sentirse mejor acerca del Trastorno,  puede ser mejor que tratar de eliminarlo.”


 Y recuerda, esto es muy importante…
Negar los síntomas del TDA-H, no protege al niño de las dificultades en la escuela, el rechazo social y los problemas de conducta, solo le impide recibir la ayuda adecuada.


Los efectos secundarios del TDAH pueden ser extremadamente perjudiciales. Los niños con TDAH están expuestos frecuentemente a años de respuestas negativas por su comportamiento y sufren una desventaja social y educativa.
Esta dificultad, en la mayoría de los casos, es persistente, se mantiene más o menos estable a lo largo de la etapa escolar y en un porcentaje no  despreciable en la etapa adulta.


No es la presencia del síntoma en sí, lo que determina la disfuncionalidad, sino la intensidad y la frecuencia con la que se da con respecto a la edad de desarrollo,  a su contexto y sobre todo por la repercusión que tiene en el funcionamiento diario del niño.El impacto de los síntomas en los diferentes ámbitos de la vida es lo que determina la gravedad del trastorno  y la medida de la calidad de vida de quien lo padece y su familia. 
Las formas tradicionales de educar y aprender, no siempre funcionan cuando un niño tiene TDA-H. 
Si no conocemos, no podemos intervenir, no podemos ayudarlo a salir adelante, no podemos acompañarlo en este camino. Contamos contigo para trabajar juntos. Tus hijos cuentan contigo para que los ayudes. El maestro necesita contar contigo, para que lo ayudes a comprender lo que sucede en tu hijo y trabajar juntos para sacarlo adelante. Si el maestro te ve informado, que tienes herramientas para el trabajo, que puedes compartirlas, el maestro va a tratar de ser un buen aliado y también acompañará a tu hijo. 
La familia, los padres, constituyen el principal factor protector de los niños ante el TDA-H.Todo confirma que el TDA-H se debe estudiar desde el entorno social del afectado. La visión adecuada de los padres y los maestros puede predecir el futuro